- Fábula sobre la historia de los dinosaurios.
- Fábula sobre el miedo.
- Cuento sobre un dinosaurio bebé
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Un viaje espacial
¡Hola, amigo! Soy Dino, el astronauta, y en esta aventura los protagonistas somos tú y yo. ¿Me acompañas en este viaje? No te he oído. ¡Dilo más alto! ¡Fenomenal! Pues si estás preparado comenzaremos nuestro viaje al espacio.
¡Vamos, amigo, quiero oírlas! Muy bien, ya estamos viajando a más velocidad.
¿Ves ese lugar de ahí abajo? Pues ahí vivían antiguamente los dinosaurios, que por el cambio climático han ido desapareciendo todos, menos yo. Y aquello tan grande que ves allá arriba es la luna. ¿ A que no sabías que era tan grande? Desde la tierra parece un balón, y eso de ahí tan brillante son estrellas fugaces, parecen fuegos artificiales.
¿Te estás divirtiendo, amigo? Por cierto, ¿ya has cenado? Yo voy a tomarme unas verduritas ricas, ¿quieres? ¡Son muy sanas, por eso estoy así de fuerte y grande!
¡Cuidado, un meteorito gigante! Esquivalo, di, ¡nave a babor! Para girar hacia la izquierda y ¡nave a estribor! Para girar a la derecha. ¡Estás hecho un conductor magnifico!
Pronto pasaremos cerca del sol, así que tendremos que ponernos las gafas de sol y la crema protectora y colocar en la nave el parasol, para no quemarnos.
Da la orden en alto. ¡Nave colocación de protección! ¡Genial, ya estamos listos, ahora podremos ver el sol sin problemas!
¡Mira cuánta luz, qué calor, qué amarillo es todo! Ha llegado la hora amigo, es el momento de que sepas cuál es tu misión al regreso de este viaje.
Como has podido ver, el sol tiene el poder del fuego, de la luz, del calor... Por eso nos tenemos que proteger de él, pues tu misión será que a partir de este momento me ayudarás a hacer de este mundo un lugar mejor, reciclando, sin tirar basura al suelo, al mar, cerrar el grifo del agua mientras te lavas los dientes, echar las pilas de los juguetes en un contenedor especial y todas esas cosas que hacen que el planeta se contamine menos, porque si no colaboramos todos habrá otro cambio climático y seguirán desapareciendo algunas especies de animales, por ejemplo nuestros amigos los pingüinos y los osos polares porque el calor derretirá el hielo y se quedarán si casita.
Bueno, amigo, es tarde y va siendo hora de ir a dormir, hay que aterrizar la nave, recuerda, dos palmadas fuertes para aterrizar. ¡Bieeeen! Ya se han apagado los motores. Es hora de ir para cama
¡Felices sueños y hasta el próximo viaje! Un abrazo de tu amigo Dino.
Josefa Germade
El primer viaje de Dino
- ¡Nos vamos de vacaciones!- gritó Diego.
Y todos sus juguetes comenzaron a empujarse para quedar en la parte de arriba del baúl. Menos Dino, el pequeño dinosaurio verde y amarillo que, como siempre, se escondió en la esquina, debajo del tren de madera. Y es que cada vez que Diego se iba de vacaciones, metía la mano en el baúl de los juguetes y sacaba uno al azar. Y lo llevaba con él de viaje, a vivir aventuras estupendas.

- Dino, no se puede vivir con miedo a todo cuando no hay razón para ello. Te pierdes experiencias maravillosas y lecciones importantes. Y como el miedo sólo se supera enfrentándose a él, este año vas a ir tú de vacaciones.
De nada sirvieron los gritos y lloros de Dino. Todos los juguetes le empujaron hacia arriba y se apartaron, así que cuando Diego metió la mano en el baúl sólo tocó un dinosaurio tembloroso.
- ¡Qué alegría, Dino, con las ganas que tenía de que te tocara a ti!- gritó Diego, feliz-. Este año vamos a la playa. ¡Verás lo bien que lo vamos a pasar!
Dino se pasó el viaje en el coche temblando y con los ojos cerrados. Cuando subieron al avión estaba asustadísimo, pero se atrevió a mirar por la ventanilla ante los gritos de entusiasmo de Diego…¡Qué maravilla! Según iban subiendo, más pequeñitos se veían los coches, las casas, los árboles…Parecía que estuvieran volando sobre la bola del mundo de su habitación. ¡Y pasaban entre las nubes! Viajar en avión no daba miedo, sino que era emocionante. Tampoco el tren que cogieron después daba miedo: ¡qué divertido era intentar no perder el equilibrio con el traqueteo! Ni la habitación del hotel, con aquella cama tan grande y cómoda, estupenda para saltar y dar volteretas.
A Dino le gustó tanto la playa que no le importó llenarse de arena, ni pasar de mano en mano cuando los demás niños quisieron jugar con él. Pero lo mejor fue bañarse con Diego en el mar. Aunque al principio se asustó al ver las olas, ¡cuánto disfrutó después nadando, buceando, viendo los peces, saltando las olas! Fue una semana llena de experiencias fantásticas. Cada día era una aventura.
Y cuando volvieron a casa, todos los juguetes le rodearon, ansiosos por escuchar nuevas historias. Pero lo primero que hizo Dino fue abrazarse a sus padres y decirles, emocionado:
- ¡He pasado los mejores días de mi vida! Y ya no tengo tanto miedo a las situaciones nuevas. Muchas gracias, papi, mami, por obligarme a ir. ¡Nunca hubiera perdido el miedo si no me hubiera visto obligado a enfrentarlo! Ahora me doy cuenta de lo tonto que era, ¡la de cosas maravillosas y divertidas que me he perdido hasta ahora! ¡Yo quiero volver a viajar el año que viene!
Los padres de Dino estaban muy contentos. A partir de aquellas vacaciones, Dino se transformó en un dinosaurio feliz, valiente, orgulloso y seguro de sí mismo. Y no volvió a dejar pasar ninguna oportunidad de correr nuevas aventuras. ¡No tengan miedo a vivir cosas nuevas! Y si lo tenéis, enfrentaos a vuestro miedo y vividlas a pesar de él. ¡La recompensa será maravillosa!
Marta Nonide Robles
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